La primera mujer guardavidas en Pinamar
Stella Maris Wolf la primera guardavidas mujer que tuvo Pinamar, fue parte de aquel grupo de mujeres pioneras, que fueron guardavidas en las costas argentinas.
Por: Nahuel Leto
La Provincia News estuvo con Stella Maris Wolf la primera mujer guardavidas en Pinamar, disfrutamos de su compañía y de sus historias sobre un Pinamar muy distinto al actual.
Se crio entre juegos y aventuras en el agua
Stella Maris Wolf se crio prácticamente en el agua, su familia tenía uno de los cultivos de orquídeas más grandes de Latinoamérica y el riego de las plantas se alimentaba de una gran pileta y canales que recorrían los invernaderos repletos de orquídeas, toda su niñez se la paso entre juegos y aventuras en el agua con su familia y amistades, como nos dice ella “nacimos y crecimos en el agua”.
Casi toda su niñez pasaba los veranos en la costa, los lazos familiares los unían al Viejo Gesell fundador de Villa Gesell y su sobrina que era su tía, pasaban todos los veranos entre Gesell y Pinamar “las vacaciones antes eran de dos meses” nos dice Stella Maris.
El antiguo Pinamar
Los pioneros Robette y Poli supieron ver en 1908 un Pinamar que tuvo y tiene ese atractivo en donde se combina mar y bosque desde que se fundó con su localidad más antigua Ostende hoy se puede disfrutar del verano y conocer un poco de su historia hospedándose en el Viejo Hotel Ostende, tomar un café en lo que fue su panadería y conocer el cuarto donde estuvo el escritor y aviador francés Saint Antoine de Exupery.
La casa de Robette se encuentra a la vuelta del hotel y en la playa se encuentra el muelle de Ostende. Con el tiempo Pinamar de la mano del Arq. Jorge Bunge se convirtió en un destino turístico importante junto con las localidades que la componen (Ostende, Valeria del Mar y Cariló). Nos cuenta Stella Maris que ya en 1966 “en esa época no era lo que es hoy en día, existía un solo balneario, que quedaba en Bunge y el Mar”.
Para llegar a Pinamar primero había que ir por la Ruta 2 hasta las Armas y de ahí en adelante el camino era todo de tierra hasta Villa Gesell, “para llegar a Pinamar lo hacíamos por un camino interno que lo recorríamos en la estanciera de mi padre” nos cuenta Stella Maris.
Ya de adolescente el mar se lo conocía como la palma de la mano y con su padre bollaban en la corriente esperando que los lleve y traiga por las canaletas, era un juego que practicaban continuamente junto con adentrarse en el mar pasando más allá de la segunda rompiente y ver quién podía sacar arena del fondo.
El mar y la playa de Pinamar eran más agrestes, siempre encontrábamos varias toninas juntas cuando nadábamos, había mayor cantidad de aguas vivas, berberechos, almejas, camarones, carnalitos y caracoles, en fin más vida marina.
En aquel momento de noche se veían mejor el cielo estrellado, la luz de la luna y las estrellas cambiaban la forma de ver la misma playa y es que la luminiscencia era todo un espectáculo con el ir y venir de las olas.
Le proponen ser guardavidas del balneario
Con tan solo 17 años Stella Maris conocía y nadaba en el mar con una facilidad admirable, Guillermo Bastons, el dueño del balneario, le propone ser guardavidas y cuidar a las personas que nadaban en el mar. En ese momento el balneario era chico, con muy pocas carpas, recién nacía Pinamar.
Entre sus múltiples anécdotas cuenta Stella Maris que un día se adentró tanto en el mar tratando de alcanzar una tabla de barrenar que con el afán de alcanzarla, “al darme vuelta, me doy cuenta que había perdido de vista la línea costera, tranquila empecé a regresar sin la certeza de estar nadando en la dirección correcta hacia la costa”, nos cuenta Stella y nos deja esa sensación de soledad en la inmensidad del mar.
Su amor por el agua también la llevo a competir en un crucero cuando viajaban de Europa a Argentina, en donde se organizó una competencia subacuática en la pileta del crucero, había que sacar todas las cucharas del fondo y ella las saco todas sacando el primer puesto y ganándole a todos los demás competidores que por cierto eran todos varones. Nos lo cuenta con esa naturalidad de haber sido contundente no había discusión sobre lo que podía hacer en el agua.
Continua Stella “recuerdo que mi mamá me contó que le decían que me sacaran, de la pileta, que me iba a ahogar”.
Yo crie a mis hijos en el agua, ahora toda mi familia es nadadora, hoy en día uno de mis nietos Marco Leto Ricca entrena para el equipo de natación de San Isidro y ha competido ya varias veces.
Nos despedimos de ella con la satisfacción de haber estado con una de las mujeres pioneras de aquel momento.