¡A los tambores!
Los instrumentos de percusión emulan los latidos del corazón. Cada golpe sobre el parche simboliza pulsaciones que aceleran el ritmo cardíaco e inundan el torrente sanguíneo de armonías.
Su sonido es una llamada: activa los sentidos, despierta la intuición e incentiva el baile. Musicaliza antiguos rituales, ceremonias tribales o coloridos encuentros populares que movilizan a cientos de almas.
Las diferentes cadencias y sus respectivas maneras de interpretarlas son un atractivo inapelable para niños, jóvenes o adultos. Hipnotizados por las vibraciones, protagonizan un rito tradicional para revivir una costumbre ancestral: inaugurar una etapa diferente.
“Aprovechar el tiempo libre en vacaciones para compartir momentos entre amigos y vivir experiencias nuevas es muy importante. Por esa razón, desde el municipio brindamos espacios donde pueden jugar, divertirse pero también aprender”, afirma el mandatario comunal -Andrés Watson- durante la clase abierta que dictan los docentes vinculados a Caja de Resonancia: la escuela municipal de percusión.
En esta oportunidad, escogen el Polideportivo ubicado en la intersección de la Avenida Thevenet con la calle Alfonsina Storni para reunir a chicos entre los seis y los quince años de edad. Los pequeños varelenses utilizan las instalaciones en plenitud: practican deportes, realizan actividades lúdicas, tienen un refrigerio para culminar la jornada con el taller de música.
“El arte es sanador. Más aún cuando se comparte. Por ese motivo, generamos ámbitos de capacitación donde nutrirse de conocimiento, descubrir un hobbie o desarrollar habilidades”, remarca la Secretaria de Cultura y Educación, Julieta Pereyra.