“Hacia el mañana”, un proyecto protagonizado por la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos
En conmemoración del Día Internacional de los Ríos, se estrena “Hacia el Mañana / Tomorrow is Today”, obra grabada durante la pandemia, desde sus casas, por músicos de la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos y coreutas de Francia, España, Rusia, Singapur y Filipinas.
Esta propuesta musical internacional, realizada por la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos, de Argentina, en asociación con la Orchestre du Rhin – A vos marques, prêts… chantez!, de Francia, cuenta con la participación de coreutas de cinco coros internacionales: Petits Chanteurs de Strasbourg – Maîtrise de l’Opéra National du Rhin (Francia), The Boy Choir of the Glinka Choir College St. Petersburg (Rusia), Coro del Teatro Principal de Palma (España), Novo Concertante Manila (Filipinas), Choir of The School of the Arts – SOTA (Singapur) y solistas internacionales como la soprano Nathalie Gaudefroy y el barítono Jean-Luc Chaignaud.
El oratorio El Colibrí, inspirado en la leyenda amazónica la Fábula del Colibrí, recorre temas actuales como pandemia, sequías r incendios forestales.
Fábula del Colibrí
“Cuenta la fábula que un día hubo un enorme incendio en el bosque. Todos los animales huían despavoridos, porque el fuego asolaba todo a su paso.
De pronto, los animales vieron pasar sobre sus cabezas al colibrí dirigiéndose hacia el fuego. Les extrañó, pero no quisieron detenerse. Al instante, lo vieron volar de nuevo, esta vez en su misma dirección.
¿Qué haces colibrí?, le preguntaron.
Voy al lago -respondió el ave- tomó agua con el pico y la echó en el fuego para apagar el incendio.
Los animales se echaron a reír.
¿Estás loco?- le dijeron. ¿Crees que vas a conseguir apagar el fuego con tu pequeño pico y tú solo?
Bueno- respondió, el colibrí- yo voy a hacer mi parte…”
El texto, interpretado en cuatro idiomas y grabado por los integrantes de los coros desde sus casas, simboliza la posibilidad de transformación a partir de la suma de voluntades y el respeto por la naturaleza. Es un canto a la esperanza y la diversidad.
El pianista, compositor y director Gerardo Di Giusto nació en 1961 en la provincia de Córdoba. Estudió ingeniería y piano en el Conservatorio Provincial de Córdoba. En 1984 se instaló en París para seguir los cursos de escritura musical en el Conservatoire Régional de Saint Maure, así como los de piano y arreglos en la Escuela de Jazz de París con Laurent Cugny (1985 a 1988). Diploma Superior de Dirección Escuela Normal de Música de París (1994-98) con Dominique Rouits.
Arreglador y pianista de prestigiosos artistas como Julien Loureau, Mercedes Sosa, Amelita Baltar, Orlando Poleo, Juan José Mosalini, su música toma inspiración en el folclore argentino y se desarrolla con la técnica de escritura clásica y la improvisación.
Sus obras son interpretadas por importantes agrupaciones musicales y destacados coros internacionales.
Gerardo Di Giusto. Foto: Walter Miglio.
En diálogo con el creador de la obra nos adentramos en el proceso creativo, en su significado para los tiempos actuales y en el importante trabajo realizado junto a la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos y agrupaciones corales de Francia, España, Rusia, Singapur y Filipinas.
-¿Cómo surge la idea del oratorio “El Colibrí”?
-Hacia finales de 2018 Luciano Bibiloni, director argentino residente en Estrasburgo, Francia, me pide una obra para la cuarta edición del gran espectáculo anual, que él organiza, en el que participan orquesta sinfónica, coros profesionales y un gran coro amateur (1000 coristas), bailarines y otras disciplinas. Estoy convencido de que la música puede tener un rol muy importante en el despertar de un sentimiento de conciencia social hacia nuestro planeta. Encontré, en esa oportunidad, el contexto ideal para escribir una obra con un mensaje ecológico, “El Colibrí”. Hacia fines de 2019 la obra estaba terminada y comenzaron los ensayos para el gran espectáculo, previsto para junio del 2020. Ante el confinamiento, todo fue suspendido.
-¿Por qué se elige el 14 de marzo, Día Internacional de los Ríos, para presentar esta pieza final del oratorio?
-Los ríos son las venas de nuestra tierra. Analizando sus aguas podemos ver el estado de salud de la tierra. El estado de salud de nuestros cuerpos también se ve en nuestras venas y podemos constatar que en la vida que llevamos la mala alimentación nos está enfermando a todos. De la misma manera los ríos nos muestran cómo enfermamos al planeta.
-¿Cómo se incorpora la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos a la propuesta?
-En mayo de 2020, Marcos González, responsable de la programación de la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos, me contacta pidiéndome un proyecto para desarrollar en confinamiento. Se me ocurre proponerle una versión corta del último movimiento de la obra y acepta con entusiasmo. Al comentarle a Luciano Bibiloni, él también se entusiasma y hace una adaptación en castellano y en inglés de parte de la letra de Hacia el Mañana y comienza a contactar coros de otros países para invitarlos a participar. Egor Lisitsyn hace una adaptación en ruso.
Coros de España, Francia, Rusia, Singapur y Filipinas se interesaron en el proyecto. Se sumaron otros tres participantes de gran nivel, la soprano solista Nathalie Gaudefroy, el tenor solista Jean-Luc Chaignaud y la dibujante en arena Sherley Freudenreich.
Que esta obra sea interpretada por una banda de músicos con capacidades diferentes también es un símbolo muy fuerte. Esto significa que “no hay excusa” para no contribuir a reparar lo que nuestra sociedad destruye. “Tod@s”, desde lo que sepamos hacer, debemos contribuir con nuestra parte sin esperar a que un dirigente nos lo imponga.
-¿En qué influyó la pandemia para la realización de este fragmento?
-El oratorio ecológico “El Colibrí” fue escrito antes de la pandemia. Su parte final, Hacia el Mañana, fue elegida como la pieza que sintetiza el mensaje universal que deberíamos compartir los humanos si pretendemos seguir existiendo como especie. La unión de coros y músicos de tantos países, para realizar esta pieza, es un síntoma de que ese sentimiento común se está acelerando gracias a la pandemia.
-¿Cómo fue el proceso creativo?
-Lo primero que se hizo fue adaptar el arreglo musical, que originalmente era para Orquesta Sinfónica, y pasarlo a Banda Sinfónica. Este trabajo fue realizado por el arreglador estable de la Banda, Jorge Pascuale. Luego, la transcripción dictada de cada una de las notas a cada instrumentista. Hay que tener en cuenta que se trata de músicos no videntes que generalmente trabajan con partituras pasadas al Braille, pero el confinamiento obligó a utilizar solo dictados audios y maquetas de apoyo. La participación de los músicos de la banda en el proyecto fue totalmente voluntaria.
El hecho de contar con coros de distintos países hizo surgir la idea de adaptar la letra original en francés, de Hélène Hucher, al castellano e inglés, adaptaciones realizadas por Luciano Bibiloni, y al ruso, realizada por Egor Lisitsyn.
Luego, la elección de un protocolo sobre el cual se pidió filmarse a cada uno de los coreutas y el aporte muy apreciado de los dibujos en arena de Sherley Frudenreich.
Una vez recibidos los 250 videos, se procedió a la separación de los audios que luego fueron mezclados con la maravillosa ayuda de Gerardo Kesler (músico ciego de la Banda).
El montaje del video fue otro gran trabajo. La realización fue confiada a Manuel Fernández Lorea, con quien luego de intercambio de opiniones, análisis de las limitaciones técnicas y presupuestarias se llegó al resultado final.
-¿Qué sumó la participación de coreutas de diferentes países interpretando cada uno desde su hogar?
-Lo que demostraron estas ganas internacionales de participar en un proyecto común, por el bien de todos, es que el sentimiento de que tenemos que ir hacia un cambio es universal. Solo hay que canalizarlo. Hacia el Mañana representa la gran marcha del ser humano hacia el futuro que le espera. Estoy seguro de que, si técnicamente fuera posible, todo ser humano sobre esta tierra hubiese participado de este canto con mucha esperanza.
-¿Cuál considera que es la importancia de la música en estos momentos?
-La música prácticamente aparece con el homo sapiens. Une movimientos, inspira pensamientos comunes, baila continuamente con las modas y las tendencias de la actualidad. Las políticas y las religiones saben esto desde siempre y es por eso que siempre le temieron, la censuraron, la dirigieron y la controlaron.
La pandemia redujo la música a las pantallas y le quitó una gran dimensión, que es la de la vibración que sentimos cuando la compartimos en grupo. En manos de los potentes, la música es el mejor útil para fabricar ignorancia y el hacernos tragar, cotidianamente, por todos los medios y redes, una música “vacía” de todo sentimiento y mensaje. Está matando no solo al rol principal de la música, sino a nuestros cerebros. Tal vez con la evolución de esta pandemia, que no desaparecerá, la música vuelva a ser considerada como uno de los valores importantes en la sociedad. Los verdaderos músicos están muriendo lentamente. Ellos representan el nivel cultural de nuestra sociedad. Una sociedad que no respeta a la naturaleza, que no respeta a su prójimo, que no respeta a sus ancianos, que no se ocupa de sus niñ@s y jóvenes y que no aprecia eso que representa a lo más improductivo que es el Arte, está condenada a desaparecer.